La palabra Inteligente, proviene del latín: intellegere o inter-legere, inter que significa entre y legere que significa leer o escoger, lo que se traduce en “aquel que saber leer entre líneas”. De aquí que para ser verdaderamente inteligente hay que aprender el delicado arte de poder rellenar los huecos vacíos de la información que recibimos a diario.

Por construcción nuestro cerebro posee la habilidad natural de entender lo que sucede a nuestro alrededor y completar las informaciones que provienen de imágenes, gestos, silencios, olores, ruido; en general, todo lo que nos llega por los sentidos, pero además tiene el poder de completar lógicamente aquello que falta en la escena. Esto explica porqué imágenes como la siguiente:

Veamos un triángulo donde no lo hay. Los científicos usan esta habilidad para desarrollar varias explicaciones posibles a un mismo fenómeno  y crear hipótesis, lo que es muy útil porque la mayoría de los experimentos y en sentido general el método de investigación aporta muy poca información traducible en conclusiones ante la ausencia de un observador que las interprete.

En nuestro apreciado mundo de las letras los artistas también aprovechan esta capacidad de completar información dejando que el público sea quien “cree” aquello que no es evidente y ésto hace de los libros una herramienta maravillosa para desarrollar nuestra inteligencia porque el lector se convierte en participador activo del proceso viendo triangulos imaginarios en medio de los capítulos, cuentos o extractos.

Lo que poca gente conoce es que las universidades de escritores, y los métodos de enseñanza de la escritura insisten en que el autor cree “estilos indirectos”, es decir manifestar las cosas en acciones en vez de decir de forma llana lo que estas acciones significan.

Si dijera: “Irene y yo vivíamos solos en una casa enorme. Irene tejía para no aburrirse. Todos los días limpiabamos la casa entre los dos.”…

Entonces el cuento no sería “La Casa Tomada” de Julio Cortázar: “Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las ultimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina…Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pullover está terminado no se puede repetirlo sin escándalo.”

Este es uno de mis relatos favoritos porque explota al máximo la integración del lector en el cuento: “El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la pared antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.

Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:

-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.

Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.

-¿Estás seguro?

Asentí.

-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.”

Creen que se imaginan lo que había tomado la casa? Les recomiendo leerlo completo!

Leer entre líneas es saber comprender un mensaje que se da de forma indirecta. Algunas veces este proceso es sencillo y podemos fácilmente llegar al descubrimiento de la idea oculta, otras veces es más complejo y necesitamos más información.  Pero lo que si es un hecho es que el fenómeno escapa a la esfera de los libros y se extrapola a toda la vida cotidiana, nadie necesitan que  traduzcan que si llamas a alguien que anda retrasado para una reunión y escuchas una television de fondo ese: “voy de camino” es mas falso que una papeleta de 3,000 pesos, o cuando un desconocido en plena zona colonial te vocifera desde la otra esquina: “ta’ cuidao” significa que cuando regreses a buscar tu carro mejor vuelve con 25 pesos por lo menos, o que cuando una mujer dice  “no se que me voy a poner” significa que respires profundo porque lo más probable es que lleguen tarde al teatro, o cuando un fulano/fulana luego que lo/la llamas por tercera vez para decirle “tengo mucho que no te veo” y te contesta “pa’ esta noche combinamos” pero ni siquiera llama, significa para el primer interlocutor: “yo estoy loco/loca por verte”, para el segundo: “pero yo no”.

Buena suerte!